En marzo tenemos una cita.
Un desayuno mío.
Un almuerzo tuyo.
Vía skype.
Con velitas, si querés.
Hoy me dijiste, "en marzo va a hacer 30 años..."
treinta. MIERDACARAJOCOMOQUETREINTA.
30 años.
Muchas horas de cantar con la guitarra,
kilómetros y kilómetros escritos, caminados, volados, manejados,
hijos 2 y 1, noviooooos, novietes, maridos, ex maridos,
chocoaventuras, lágrimas como para llenar piletas olímpicas,
risas a granel de las que te dejan doliendo los pómulos.
Año 81. Sí, el siglo pasado. Muy pasado.
Clase de actividades prácticas.
Yo, por el medio. Y vos al fondo. Tímida. Resrvada, solitaria.
Adaptándote a vivir de nuevo en Buenos Aires.
Pintábamos las tapitas de unos pastilleros de madera.
En la mía, unos pollos (jajaja, traumas infantiles)
en la tuya una A grande y azul.
Y te dije: ¿es para mí?
Y me la regalaste y nos hicimos amigas.
Y la tengo creéme.
30 años. 10 acá 20 allá. ¿y cuánto falta?
y te reís vía skype. Por no llorar.
Entonces tonteamos y distendemos e imaginamos que nuestros hijos
se enamoran y quieren vivir juntos.
Y yo la sigo, sabélo. Si N. se va a Madrid, yo me voy.
Entonces sigue la vida y te vas a preparar la cena.
Me alegra haber sido caradura.
Me alegra el alma que seas mi amiga. Acá, allá o en la luna.