A veces te sentis invisible.
Sentís que tu voz no suena como si estuvieras en mute.
entonces, darling, te sentís sola en el mundo.
Sentís una nube encima de la cabeza
y llueve, llueve, sin parar.
Entonces, enojarte es lo que primero te sale.
A diestra y siniestra. Y posta, que no es lo que quisieras
hacer. Querés divertirte, vivir la vida, disfrutar.
Amar. Pasarla bien. Después de los 30 te diste cuenta:
el tiempo pasa más rápido ahora. Pero solo vos podés verlo.
O tal vez, sólo pasa rápido para vos...
a veces (siempre) sentís eso. Que tu tiempo tiene otra velocidad.
Pero no sabés decir lo que te pasa, lo que te dá miedo.
Más lo intentás, peor lo hacés.
Y tu tiempo pasa. Sólo el tuyo.
Si te dejaras llevar, tal vez sería más fácil.
Pero no, te ponés en contra de la corriente
y gritás...claro que gritas. Pero bajito
y nadie se entera. Y llorás! pero ya se acostumbraron
a tus lágrimas. Entonces, dejás de gritar, dejás de
hablar, dejás de llorar.
Borrás los colores y ponés el botón de mute
lo suficientemente lejos para que nadie pueda
volver a apretarlo.
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